viernes, 16 de septiembre de 2011

Por esa persona que vive en mi interior.

Siempre tenemos en nuestro interior, una persona. Que aunque no es de carne y hueso, es como nuestra sombra. Desde que me vi debilitada, esa sombra se hizo totalmente pequeña, de manera que se quedó guardada y encarcelada en mi corazón, casi dejándose sorda por el fuerte bombeo del corazón. A pesar del tiempo en el que haya perdido algo de oído, con cada cosa buena y beneficiosa que me dedico ahora, ella se hace más grande aún. De manera que cuando siga haciéndose grande, ocupará mi exacta silueta de carne y hueso. Sé que el día de mañana, me agradecerá el valor que he ido adquiriendo, y la confianza que he encontrado en alguna parte de mi mente que antes no hallaba. En mi interior ahora está surgiendo toda la paz que yo perdí por el camino como si fueran miguitas de pan durante mucho tiempo. Y así es como ella, la personita de mi interior parecida a la sombra, y yo, nos hacemos mutuamente feliz. Yo la alimento a base de valor, y ella me enriquece la vida con la sabiduría, sobre todo la sabiduría de conocerme a mí misma.

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