sábado, 28 de julio de 2012

La ansiedad -Parte 3- Las formas de la angustia

Ataques de pánico

Normalmente, las personas se sienten muy perturbadas cuando, sin razón lógica, tienen repentinamente mareos, las manos o los pies fríos, las piernas flojas, la boca seca, un ritmo cardíaco rápido o pesado, hormigueo en la piel, dificultad para respirar, o cualquiera de una larga lista de otras sensaciones físicas alarmantes. Estas experiencias se producen típicamente en situaciones cotidianas, como ir a hacer compras, conducir, cruzar puentes, caminar por una calle abarrotada, ir a restaurantes y asistir a presentaciones públicas. El pánico no nos ataca realmente, sino que constituye una reacción defensiva alterada a algo percibido como un ataque grave que amenaza nuestra vida. Los síntomas particulares que sentimos no son de ninguna manera el centro del problema. El interrogante que se nos plantea en realidad, después de una experiencia como ésta, no es por qué temblamos, por qué tenemos los pues fríos, diarrea o el pulso acelerado, sino por qué estamos actuando como si estuviéramos seriamente amenazados, cuando no encontramos ninguna causa de peligro en nuestro entorno inmediato.


Fobias

 Una fobia es un miedo irracional ligado a un objeto o situación. La persona que se siente atemorizada y puede encontrar como causantes de dicho miedo una situación y objeto definidos -por lógicos que sean- es en cierto sentido afortunada. La presencia de esta situación o este objeto hace que nuestro miedo resulte incomprensible, le pone un límite, y vincula claramente la experiencia a la sensibilizacion que deriva de un episodio de conmoción emocional en el pasado.


Otros medios destructivos

Cada vez que nos cuesta tomar una decisión simple o reprimimos hacer algo que realmente queremos o necesitamos hacer porque tenemos miedo, nos estamos moviendo en el área de los miedos autodestructivos. En cierto sentido, la persona que, por ejemplo, se siente incapaz de tomar el teléfono para hacer una llamada debido a su angustia está, al menos por un momento, en la trampa de la agorafobia.


Preocupación crónica

Tal y como hemos dicho anteriormente, podemos sensibilizarnos a nuestros propios pensamientos. Los modelos obsesivos de pensamiento pueden derivar de un círculo vicioso de sensibilización, dolor o sensibilización al tratar de evadir pensamientos dolorosos.


Agorafobia

Durante muchas décadas, se definió a la agorafobia como el miedo patológico a los lugares públicos y a los espacios abiertos, dado que los episodios iniciales a menudo aparecen en sitios así. Pero ocurre que quienes sufren de agorafobia no sólo tienen miedo en ciertos lugares públicos y espacios abiertos, sino que a menudo se sienten atemorizados a lugares privados, como casas ajenas, y espacios cerrados, como ascensores. Los sitios y situaciones en los que tienen a sentir miedo son aquellos en los que se consideran atrapados y privados de acceso a un apoyo emocional. Es por ese motivo por lo que generalmente no tienen miedo a lugares familiares, como la casa. De hecho, en los casos extremos, los límites territoriales de la agorafobia pueden volverse tan marcados que quien la padece llega incluso a no poner los pies fuera de su casa, o ni siquiera fuera de una habitación en especial.
En un estudio, John Bowlby, especialista en desarrollo infantil, sugiere que la agorafobia no es una fobia verdadera, en el sentido de que no es exactamente un miedo a algo específico e identificable (como perros, víboras, lugares altos o escaleras mecánicas), sino el miedo a la ausencia o pérdida de una figura efectiva (madre, padre, marido, esposa, hijo... cualquier persona de cual se dependa en lo que respecta a protección emocional). La mayoría de los expertos coinciden en que la agorafobia está al menos ligada al miedo a sitios o situaciones particulares que a la anticipación angustiada de que el miedo que experimentaron inexplicablemente en el pasado volverá a producirse y que pueden (ante la falta de apoyo emocional) perder el control de sí mismos y dañarse, humillarse o quedar expuestos. No resulta fácil enfrentar este tipo de problemas; de hecho, hacerlo resulta penoso y molesto. No obstante, la única forma de lograr controlarlos es informándose y enfrentándolos con honestidad y realismo.
La tendencia de los agorafóbicos a esconder su problema se ve intensificada por profesionales de la salud que no logran captar la tremenda gravedad subjetiva de los ataques de angustia más graves que les cuentan sus pacientes y, entonces, tienden a minimizar o trivializar el problema. En el estilo de vida adoptado por un agorafóbico que enfrenta este problema es donde se ve con claridad la naturaleza y el significado del miedo ilógico.
Si usted tiene agorafobia y su mundo ha ido restringiéndose de todos lados por miedos ilógicos, no olvide el antiguo proverbio chino: "El sufrimiento es un favor divino disfrazado". Quienes se recuperan de la agorafobia no sólo vencen los síntomas; emergen de un proceso de crecimiento y desarrollo personal con más energía, concentración, relajación y goce en sus vidas de los tenidos hasta ese momento. Sienten que han realizado un gran viaje, que han resuelto un gran acertijo y que han alcanzado un nuevo nivel de madurez y sabiduría.

En 1983 y 1984 se hizo una encuesta a 186 personas con síntomas de agorafobia. Les preguntaban hasta qué punto estaban de acuerdo con una serie con una serie de afirmaciones autodescriptivas. La siguiente tabla muestra los resultados para las 12 afirmaciones que alcanzaron un porcentaje más alto.
 

* Una mejor afirmación para la encuesta habría sido: "A menudo sacrifico mis propios sentimientos para evitar herir los sentimientos de los demás".


La necesidad de quedar bien ante los ojos de otras personas naturalmente trae problemas. Ser una persona educada, considerada o agradable no tiene nada de malo. En cambio, sí está muy mal luchar para ser alguien que no somos. En primer lugar, es imposible. En segundo lugar, el esfuerzo nos hace desdichados. Uno nunca puede ser lo bastante bueno como para satisfacer las inseguridades y las limitaciones de los padres. Siempre estaremos corriendo para ponernos al día. Siempre pensaremos: "Podré sentirme relajado y feliz cuando todo sea perfecto, pero no puedo sentirme relajado y feliz ahora".
Los resultados nos permiten inferir que las personas agorafóbicas provienen de familias donde conviven la intolerancia a la crítica con una sobreprotección angustiosa.



La crisis

Cuando les pidieron a esas personas agorafóbicas que indicaran el tipo de problemas referidos a sus padres que recordaban en la infancia, obtuvimos los resultados que aparecen en las siguientes tablas.


"Mi mujer me dejó. Un excelente amigo se mató en un accidente de coche."
"De repente me vi frente a una serie de responsabilidades para las cuales me sentía preparado, pero no era así."
"Varias veces estuve a punto de morir a causa de alergias a medicamentos. Me asusta lo irrevocable, el dolor físico y el sufrimiento relacionados con la vida y la muerte."

Los recursos del cuerpo se ponen tensos ante hechos como éstos, el nivel de peligro recibido puede bajar cada vez más. La honestidad para con nosotros mismos, la alegría, la relajación y los buenos hábitos de cuidado personal (nutrición óptima y ejercicio) pueden empezar a desaparecer de nuestras vidas. Aunque todo el resto permanezca igual, el agorafóbico tenderá a sentir un estrés psicológico cada vez mayor. Él o ella se sentirán cada vez más amenazados por las acciones de otras personas y por los acontecimientos.
En estas condiciones las personas se vuelven muy propensas a tener un ataque de angustia en cualquier ocasión ya que se ven forzadas por las circunstancias a mirar de frente la situación de su vida y sus sentimientos.
Claire Weeks, una médica que se especializa en el tratamiento de la agorafobia, indica que en los ataques de angustia pueden surgir de la siguiente manera: "En una persona sensibilizada, la conexión entre un pensamiento apenas levemente angustiado y el pánico intenso puede ser tan estrecha que su víctima tal vez no sea consciente del pensamiento y crea que el pánico sobrevino repentinamente".
El miedo que parece injustificado hace tambalear este inestable equilibrio. En primer lugar, la persona trata inmediatamente de volver a su casa, la oficina u otros ambientes familiares y ponerse en contacto con su marido, su mujer, la madre u otra persona familiar significativa, respondiendo así a la vieja convicción de la propia insuficiencia y dependencia. En el segundo lugar, surge el pensamiento: "Si pasó una vez, puede volver a pasar".
Después de una experiencia de este tipo, piensan como una mujer dijo: "Todo mi mundo cambió. Me da miedo vivir."
Una vez que la persona ha experimentado varios de estos episodios de angustia aguda, puede enumerar muchos objetos o situaciones a los que está ligado su miedo. No obstante, se da cuenta de que el miedo es provocado más por su angustia interna que por amenazas reales en el mundo exterior. Es consciente de que en realidad es mayor el miedo a tener miedo y a verse abrumada por su propio miedo en supermercados o en puentes, por ejemplo, que el miedo a los supermercados o a los puentes en sí.

jueves, 26 de julio de 2012

La ansiedad -Parte 2- (sigamos conociéndonos)

1. La bioquímica de la angustia

Algunos investigadores médicos aún siguen buscando pruebas de si los ataques de angustia son causados directamente por una anormalidad o un rasgo genético. Gran parte de la discusión referida a la posible existencia de un problema genético se centra en el papel que desempeñan niveles extraordinariamente altos de lactatos de la sangre en la produción de sensaciones físicas como mareos, agitación, embotamiento y hormigueo en la piel.
El lactato es un derivado normal de la conversión del azúcar glucógeno en energía que realizan las células musculares. Cuanto más trabajan nuestros músculos, más lactato descargan en el torrente sanguíneo.


Se piensa que una cantidad muy grande de lactato en la sangre aumenta la reactividad nerviosa al unirse con moléculas de calcio, perturbando así el funcionamiento normal del calcio en la transmisión de impulsos nerviosos de una fibra nerviosa a otra en el sistema nervioso central.

¿Sabías que el doctor Ferris N. Pitts descrubió que las inyecciones de lactato en el torrente sanguíneo producían parestesia?. Parestesia es un embotamiento y hormigueo de la piel que es normalmente causado por un bajo nivel de calcio en los tejidos. Este doctor hizo una investigación en 1969, en el que sometió a 24 individuos considerados a infusiones intravenosa de lactato. Ésto hizo que a las víctimas de esta enfermedad les provocara accesos de pánico iguales a sus síntomas originales. La lactato puede generar este estado producida en el cuerpo de todos como respuesta al ejercicio. 


Las personas ansiosas tienden típicamente a contener el aire durante unos segundos o a acelerar la respiración, hiperventilar, cuando están sobresaltadas. Estos hábitos alteran el ritmo natural de la respiración, y si son lo suficientemente fuertes, afectan a la capacidad del cuerpo para mantener niveles óptimos de oxígeno y dióxido de carbono en la sangre.
La postura equilibrada y relajada y la respiración abdominal rítmica que caracterizan a la meditación:
1) Pueden reducir el nivel de lactato en la sangre, disminuyendo la tensión muscular general.
2) Pueden contribuir a mantener niveles óptimos de oxígeno y dióxido de carbono en la sangre, haciendo desaparecer la respiración espasmódica y arrítmica.

El estrés psicológico aparece en toda situación en la que nos vemos sometidos a nosotros mismos en peligro de perder nuestra libertad y encaminados hacia el desamparo.



2. El umbral de peligro subjetivo

- Sensibilización.
En el campo de la psicología, "sensibilización" significa volverse reactivo a un objeto o situación gracias a la acción del aprendizaje condicionado. Es el proceso que baja nuestro umbral de peligro con relación a estímulos específicos, en presencia de los cuales nos hemos sentido amenazados o incapaces de defendernos.
No solo podemos sensibilizarnos a pensamientos sino a las sensaciones corporales producidas por reacciones de emergencia. Este proceso aparece con especial nitidez en la agorafobia, donde el miedo a tener un ataque de angustia en público pasa a ser el principal elemento de una preocupación existente y a veces obsesiva. 
Lo opuesto a la sensibilidad es lo que se denomina "extinción". Al igual que la sensibilización, puede sobrevenir en la vida cotidiana. A esto explica por qué las reacciones fóbicas a veces se debilitan durante un período, en la medida en la que las personas simplemente se acostumbran a los estímulos anteriormente temidos.

La ansiedad -Parte 1- (introdución)

¡Hola a todos! He pensado que voy a ir escribiendo párrafos de algunos libros que me leo sobre psicología, para así poder ayudar a la gente que lo necesite leer y no tiene dinero para comprarlo. Aún así, los libros parecen algo viejos, así pues tampoco aseguro que puedan seguir en el mercado. De momento esto solo será una pequeña introducción, después iré poniendo más cosas. Muchas gracias quien se tome un ratito para leerlo y espero que os guste.






"Creí que me moría."
"Me sentí como irreal."
"Me sentí perdido."
"Sentí como que estaba perdiendo el juicio."
"Tuve miedo a perder el control."
"Creí que me iba a dar un ataque al corazón."

Quienes intentan describir las intensas reacciones emocionales que a veces caracterizan a un episodio repentino y misterioso de angustia aguda a menudo hacen este tipo de afirmaciones extremas.
Los ataques de angustia son manifestaciones de estrés psicológico y constituyen, por ende, señales de advertencia que indican una necesidad de reducir las causas tanto internas como externas de dicho estrés.

La dimensión física

Perturbación fisiológica

Las personas que dicen que la "angustia es algo mental" no son simplemente demasiado observadoras. Cualquiera que haya experimentado una angustia fuerte sabe que ésta puede involucrar virtualmente a todo el cuerpo. Las que aparecen a continuación son algunas de las sensaciones físicas potenciales que pueden traducir una angustia profunda en determinadas personas y en ciertos momentos:

Sensaciones de pinchazos u hormigueos en la piel.
Un movimiento de sacudida o sobresalto.
Un escalofrío en la superficie de la piel.
Falta de aire.
Mareo, vértigo o inestabilidad.
Manos y pies fríos.
Temblores, escalofríos o vibraciones.
Dolor o malestar en el pecho.
Sensaciones de asfixia o sofocación.
Transpiración.
Malestar estomacal o diarrea.
Debilidad en las piernas.
En el libro "The Psycology of Fear ans Stress" el psicólogo Jeffrey Gray explica la "reacción de emergencia", descrita detalladamente por primera vez por el médico Walter B. Cannon: "La reacción de emergencia, tal como la describió Cannon, se produce cuando el sistema nervioso simpático actúa en conjunción con las hormonas segregadas por la médula adrenal (conocidas como "adrenalina"). Cannon consideraba que la reacción de emergencia desempeña un papel fundamental en lo que se refiere a protegernos de posibles perfuicios:
Su función es movilizar los recursos del cuerpo para realizar la acción de cambio -"lucha o fuga"- que puede hacer falta. Se produce un aumento en el ritmo y la fuerza de los latidos del corazón, lo que permite que el oxígeno sea bombeado más rápido; con una contracción del bazo, que libera glóbulos rojos para transportar dicho oxígeno; una liberación del azúcar almacenado en el hígado para uso de los músculos; una redistribución de la provisión de sangre desde la piel y las vísceras hacia los músculos y el cerebro; una profundicación de la respiración y dilatación de los bronquios para aspirar más oxígeno; una dilatación de las pupilas, quizás para mejorar la eficiencia visual; un aumento en la capacidad de la sangre para cicatrizar heridas por coagulación; y un incremento en la provisión de las células sanguíneas especoagulación; y un incremento en la provisión de las células sanguíneas especiales conocidas como "linfocitos", cuya función es contribuir a reparar tejidos dañados. Todo eso tiene lugar en cuestión de segundos o minutos.
Así podemos ver que los pies fríos, por ejemplo, no son un síntoma fatal, sino simplemente una consecuencia natural del movimiento de sangre desde la piel y los órganos viscerales hacia el cerebro y los músculos, donde puede hacer falta para ayudarnos a responder a la "emergencia" que enfrentamos.

miércoles, 11 de julio de 2012

Nueva etapa con decisiones duras.

Cuando siento que algo cambia, me aterra. No me gusta caer en la rutina pero menos me gusta salir de ella. Empiezo una etapa nueva más, en mi vida. Una etapa de otras muchas. Me siento atemorizada por las cosas que mi cuerpo no pueda soportar. Y también, por si no me siento tan cómoda como puedo creerlo. Y cuando la ansiedad y el miedo esta en todo el medio, algunas decisiones no son duras, son lo siguiente...