jueves, 26 de julio de 2012

La ansiedad -Parte 1- (introdución)

¡Hola a todos! He pensado que voy a ir escribiendo párrafos de algunos libros que me leo sobre psicología, para así poder ayudar a la gente que lo necesite leer y no tiene dinero para comprarlo. Aún así, los libros parecen algo viejos, así pues tampoco aseguro que puedan seguir en el mercado. De momento esto solo será una pequeña introducción, después iré poniendo más cosas. Muchas gracias quien se tome un ratito para leerlo y espero que os guste.






"Creí que me moría."
"Me sentí como irreal."
"Me sentí perdido."
"Sentí como que estaba perdiendo el juicio."
"Tuve miedo a perder el control."
"Creí que me iba a dar un ataque al corazón."

Quienes intentan describir las intensas reacciones emocionales que a veces caracterizan a un episodio repentino y misterioso de angustia aguda a menudo hacen este tipo de afirmaciones extremas.
Los ataques de angustia son manifestaciones de estrés psicológico y constituyen, por ende, señales de advertencia que indican una necesidad de reducir las causas tanto internas como externas de dicho estrés.

La dimensión física

Perturbación fisiológica

Las personas que dicen que la "angustia es algo mental" no son simplemente demasiado observadoras. Cualquiera que haya experimentado una angustia fuerte sabe que ésta puede involucrar virtualmente a todo el cuerpo. Las que aparecen a continuación son algunas de las sensaciones físicas potenciales que pueden traducir una angustia profunda en determinadas personas y en ciertos momentos:

Sensaciones de pinchazos u hormigueos en la piel.
Un movimiento de sacudida o sobresalto.
Un escalofrío en la superficie de la piel.
Falta de aire.
Mareo, vértigo o inestabilidad.
Manos y pies fríos.
Temblores, escalofríos o vibraciones.
Dolor o malestar en el pecho.
Sensaciones de asfixia o sofocación.
Transpiración.
Malestar estomacal o diarrea.
Debilidad en las piernas.
En el libro "The Psycology of Fear ans Stress" el psicólogo Jeffrey Gray explica la "reacción de emergencia", descrita detalladamente por primera vez por el médico Walter B. Cannon: "La reacción de emergencia, tal como la describió Cannon, se produce cuando el sistema nervioso simpático actúa en conjunción con las hormonas segregadas por la médula adrenal (conocidas como "adrenalina"). Cannon consideraba que la reacción de emergencia desempeña un papel fundamental en lo que se refiere a protegernos de posibles perfuicios:
Su función es movilizar los recursos del cuerpo para realizar la acción de cambio -"lucha o fuga"- que puede hacer falta. Se produce un aumento en el ritmo y la fuerza de los latidos del corazón, lo que permite que el oxígeno sea bombeado más rápido; con una contracción del bazo, que libera glóbulos rojos para transportar dicho oxígeno; una liberación del azúcar almacenado en el hígado para uso de los músculos; una redistribución de la provisión de sangre desde la piel y las vísceras hacia los músculos y el cerebro; una profundicación de la respiración y dilatación de los bronquios para aspirar más oxígeno; una dilatación de las pupilas, quizás para mejorar la eficiencia visual; un aumento en la capacidad de la sangre para cicatrizar heridas por coagulación; y un incremento en la provisión de las células sanguíneas especoagulación; y un incremento en la provisión de las células sanguíneas especiales conocidas como "linfocitos", cuya función es contribuir a reparar tejidos dañados. Todo eso tiene lugar en cuestión de segundos o minutos.
Así podemos ver que los pies fríos, por ejemplo, no son un síntoma fatal, sino simplemente una consecuencia natural del movimiento de sangre desde la piel y los órganos viscerales hacia el cerebro y los músculos, donde puede hacer falta para ayudarnos a responder a la "emergencia" que enfrentamos.

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