No sé exactamente con qué fin quiero llegar con esto, ni tampoco qué conclusión encontrar, pero lo que si sé, es que, con el paso del tiempo, nadie me conoce tal y como soy, exceptuando una persona la cual no es de mi misma sangre.
Quizá soy yo el problema de no darme a conocer tanto, pero también sé que ocurren cosas que no deberían de pasar gracias a ello.
Sé que soy una persona totalmente cerrada, pues me cuesta mucho hablar con las personas, sobre todo de mis cosas. No me gusta llenar la cabeza de nadie con mis problemas, creo que realmente estoy en el mundo para ocuparme yo de mis propios problemas.
La gente cree que no me cuesta abrirme, que soy totalmente extrovertida sin límites, pero yo creo todo lo contrario. Odio abrirme a la gente, y que ésta tenga que saber mi vida. La gente cree que miento, que no digo las cosas claras, pero yo creo todo lo contrario, es uno de mis pequeños "defectos", depende de por donde se mire, porque a veces hago daño diciendo las cosas tal y como las pienso. La gente cree que no tengo agallas para enfrentarme a las cosas ni a la gente, pero yo creo todo lo contrario, he tenido suficiente valor para superar una enfermedad que me estaba limitando literalmente la vida, y en cuanto a la gente, sé que no ven que tengo demasiado genio y soy de carácter fuerte, puedo encararme y defenderme bien gracias a ello. Creo que las personas pequeñas son las que más carácter guardan. La gente cree que he sido una niña feliz toda mi vida, pero yo creo todo lo contrario, mi infancia ha sido de las peores por mis problemas. La gente cree que recordarme cosas del pasado me hace sentirme bien, pero yo creo todo lo contrario, realmente la cosa que más odio es que me recuerden cosas de mi pasado, ya sea de cuando era una niña o de ahora. Odio con todas mis fuerzas la niña que he sido, así pues que NADIE se atreva a decirme "tu cuando eras pequeña...". La gente cree que soy cobarde, pero yo creo todo lo contrario, ahora mismo con 22 años, me considero valiente para sacar mi vida hacia adelante, como lo he hecho siempre, es algo que algunas personas no toman en cuenta. La gente cree que vive peor que yo en cuanto a dificultades de la vida, pero yo creo todo lo contrario. Ellos no saben que me quiero morir a cada instante del día, que considero que la sangre de mi cuerpo fluiría mejor sobre el suelo que dentro de mi cuerpo.
Estoy cansada de tener que soportar algunos comentarios que me duelen, y que ellos no lo ven. Cansada de que no me conozcan, de que me gusta más el color rojo que el rosa, de que amo con toda mi alma a los animales porque son los únicos seres de la tierra que me hacen sentirme bien, de que me gusta más la carne que la verdura, de que me encanta hacer cosas y sentirme realizada que ser una vaga haciendo nada, de que tengo errores y me gusta cometerlos porque aprendo, de que me gusta más estar sola que acompañada, de que desgraciadamente soy una persona egoísta y materialista, pero intento que no me salga esa actitud; de que lloro siempre que me apetece porque me siento bien, de que no me valoro absolutamente nada, de que me harta que me sigan viendo como aquella niña que era y que ya no lo soy...
Después de todo esto, creo que no soy una persona inmadura, excepto para algunas cosas menos importantes, he crecido gracias a mis defectos, y lo sigo haciendo, tampoco permitiré que nadie se atreva a decirme qué decisiones debo tomar, ni pedir permiso para realizar la que crea conveniente.
Y es que tengo sobre mi espalda mucha carga, una carga que es diferente a la del resto de personas, por eso no entienden muchas cosas. Soy consciente de que he hecho daño, pero ya, dejen de recordármelo si no sabéis entre qué espada y qué pared he estado.
Sin más que decir. Me salió solo y tenía que escupirlo.
miércoles, 26 de junio de 2013
viernes, 10 de mayo de 2013
Cosas.
Cuando las cosas que me hacen llorar desaparecen porque las supero,
habrán otras que me hagan sentir igual.
sábado, 23 de febrero de 2013
Eres tú...
He descubierto algo que me gustaría que supieras. Sé que no es mucho, pero a mi me soluciona muchas cosas.
He descubierto que aun no ha acabado mi recuperación. Me faltas tú. Siento que no va a acabar hasta que el lazo roto no se vuelva a unir. Me he quedado mil noches en vela escogiendo el hilo del color adecuado, después de otras mil noches de haberlo encontrado, empecé a coser. Pero en mis momentos tristes, se me vuelve a deshilachar como si de magia se tratara.
Soy una desgraciada. Y me insulto porque por una vez, puedo reconocer que te quiero. Por una vez puedo reconocer que te necesito a mi lado. Y por una vez más, puedo reconocer que eres tú quien debe de coser este lazo que me diste cuando nací.
No quise haber abierto los ojos y verte por primera vez, tampoco quise abrazarte, ni escucharte cuando tú me hablabas. Ahora te estoy hablando yo, y tú eres quien no me escuchas. Tú eres quien ensordece mi voz, y palpa ciegamente sobre sus ojos para no verme. Eres tú quien me hace sentir que no soy nadie, que soy un fantasma. Quizás en alguna parte de mi cabeza, puedo llegar a creer que si tú no me ves, nadie lo hará tampoco.
Te pido ayuda a gritos y no me respondes. Sabes que te estoy pidiendo ayuda, y tu maldito orgullo te cubre.
Esto me crea un antifaz, como si se tratara de plomo, que no puedo librarme de él. Yo sé que tú puedes quitármelo, sé que esforzándonos juntos podríamos moverlo y tirarlo al mar...
...pero no quieres.
Yo cargo con tu odio, y con el mío. No puedo más, me rindo. Quizás estás ganando esta batalla.
jueves, 10 de enero de 2013
Aquel extraño...
Todas las noches, cuando me acuesto a dormir, nunca falla la voz de mi conciencia que me recuerda lo fracasada que soy, y lo poco que valgo, simplemente por padecer ansiedad.
Es como un demonio que viene a luchar conmigo cuando las persianas se cierran, las luces se apagan y los ruidos cesan.
Aquel extraño del que yo trato librarme, se para en mi imaginación para meterme en la cabeza el tipo de persona que quiere él que yo sea.
Al final, no lo puedo derrotar. Termino encendiendo la luz para esperar a tranquilizarme mientras leo, o hago algo entretenido.
Después de un tiempo, pude averiguar quién era ese extraño.
Aquel extraño era el miedo.
Es como un demonio que viene a luchar conmigo cuando las persianas se cierran, las luces se apagan y los ruidos cesan.
Aquel extraño del que yo trato librarme, se para en mi imaginación para meterme en la cabeza el tipo de persona que quiere él que yo sea.
Al final, no lo puedo derrotar. Termino encendiendo la luz para esperar a tranquilizarme mientras leo, o hago algo entretenido.
Después de un tiempo, pude averiguar quién era ese extraño.
Aquel extraño era el miedo.
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)

