He descubierto algo que me gustaría que supieras. Sé que no es mucho, pero a mi me soluciona muchas cosas.
He descubierto que aun no ha acabado mi recuperación. Me faltas tú. Siento que no va a acabar hasta que el lazo roto no se vuelva a unir. Me he quedado mil noches en vela escogiendo el hilo del color adecuado, después de otras mil noches de haberlo encontrado, empecé a coser. Pero en mis momentos tristes, se me vuelve a deshilachar como si de magia se tratara.
Soy una desgraciada. Y me insulto porque por una vez, puedo reconocer que te quiero. Por una vez puedo reconocer que te necesito a mi lado. Y por una vez más, puedo reconocer que eres tú quien debe de coser este lazo que me diste cuando nací.
No quise haber abierto los ojos y verte por primera vez, tampoco quise abrazarte, ni escucharte cuando tú me hablabas. Ahora te estoy hablando yo, y tú eres quien no me escuchas. Tú eres quien ensordece mi voz, y palpa ciegamente sobre sus ojos para no verme. Eres tú quien me hace sentir que no soy nadie, que soy un fantasma. Quizás en alguna parte de mi cabeza, puedo llegar a creer que si tú no me ves, nadie lo hará tampoco.
Te pido ayuda a gritos y no me respondes. Sabes que te estoy pidiendo ayuda, y tu maldito orgullo te cubre.
Esto me crea un antifaz, como si se tratara de plomo, que no puedo librarme de él. Yo sé que tú puedes quitármelo, sé que esforzándonos juntos podríamos moverlo y tirarlo al mar...
...pero no quieres.
Yo cargo con tu odio, y con el mío. No puedo más, me rindo. Quizás estás ganando esta batalla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario