viernes, 4 de noviembre de 2011

La sexualidad que elegimos.

Llevo tiempo queriendo escribir un argumento muy hablado en malas bocas y poco hablado en las buenas bocas. Como dice arriba el título, me gustaría escribir sobre la homosexualidad y todo lo que la religión no acepta. Es un tema que no me llega a mi directamente, pero si que esta alrededor de todo el mundo hoy en día. Solo quisiera expresar el contenido de mi opinión, con la certeza de lo poco que puedo conocer de todo este mundillo. A medida que van a ir pasando los años siempre vamos a ir destapando millones de cosas que permanecen aún debajo de toda esta historia. Me apetece descubrir un poco mi sesera, ponerla bien al aire libre y redactar lo siguiente para obtener una opinión más sobre ésto. No sé como podría empezar con exactitud sin ser demasiado brusca. Tal vez así, ahí va:

Tengo un asco importante hacia las personas que no aprueban este hecho. ¿Se les pueden llamar personas? Repugnancia por aquellos individuos que son homófobos. Supuestamente, la palabra "homófobo" viene de la otra palabra homofobia, pero... ¿es que acaso se le puede denominar una fobia a esto? El mundo va de mal en peor. Podríamos dejar que las personas se quieran tal y como lo hacen, y que no haya más vuelta de hoja. Pero en vez de hacerlo así, no sé exactamente lo que pueden llegar a pensar para hacer ese daño irreparable. Por que no hay daño que más duela en el mundo, que el no ser aceptado. Que no te quieran tal y como eres, es lo más triste que puede haber en la vida. No sentir aprecio por las personas, aprender a base de tortazos por no tener a nadie al lado que pueda a enseñarte cosas más hermosas y estar completamente solo. ¿No creéis que ya hemos llegado a un límite en el que tenemos que querernos unos a los otros? Ellos ocupan en el mundo un mismo puesto que cualquier heterosexual. Tienen el mismo derecho que un negro, un blanco o un chino. No se les puede tener de esta manera. Quisiera estar en un lugar libre, en el que nadie juzgue a nadie. Quisiera tener magia para que un día, seamos todos homosexuales y transexuales para experimentar sus sensaciones, y vivirlas todas desde un primer plano. Así es como yo cambiaría el mundo. En el que las personas no miren antes su exterior que su interior. Deberíamos de aprender todos a valorar la personalidad de cada uno. A valorar cada virtud. Hay millones y millones de virtudes, cada uno somos diferentes, si... Pero al igual que respetamos los gustos sobre las comidas, ¡respetemos también de una vez los gustos sobre la sexualidad! Hay cosas mucho peores que juzgar y siempre vamos a lo más débil. Vamos a preocuparnos más por esa gente que hace daño a otra, que roba, que maltrata, que mata... Y dejemos en paz lo que no nos está haciendo daño. Hay que aceptar la igualdad también en la sexualidad. Hay que aceptar que algunas personas son así felices. Busquemos cada uno nuestra propia felicidad en nuestro interior, teniendo un universo lleno de paz y tranquilidad. 
No tengo nada más que aclarar , y desde aquí digo:
                       ¡Viva la homosexualidad! ¡Y vivan los transexuales!





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